Tendemos a
pensar que cuando se da una lesión cerebral en niños tendrá una recuperación
neurocognitiva mejor que los adultos. ¿Hasta qué punto esto es así? ¿Es cierto
esto?
Cuando hablamos
de rehabilitación neuropsicológica siempre nos centramos en la capacidad que
tiene nuestro cerebro para adaptarse y reorganizar las funciones tras la
lesión, lo que conocemos como plasticidad
cerebral. Si bien es cierto que este proceso se da, ¿qué pasa si el cerebro
aún no está totalmente formado? ¿Si aún no se han organizado sus funciones? Es
decir, cuando un cerebro infantil aún está en evolución. ¿Funciona de la misma
manera la plasticidad? Es aquí cuando
entra en juego la vulnerabilidad
cerebral. Durante nuestro desarrollo evolutivo tenemos unos periodos
críticos (ventanas temporales) donde se deben desarrollar nuestras funciones
cognitivas y donde adquirimos nuestras habilidades e hitos evolutivos. Cuando
una lesión interrumpe estos periodos críticos, puede darse el caso de que la
función o habilidad no se haya asentado o que se asiente de forma incorrecta o
parcial en nuestro cerebro. Es entonces cuando la rehabilitación se vuelve más
complicada y aunque exista la plasticidad cerebral anteriormente comentada,
ésta puede incluso no beneficiar un funcionamiento cerebral adecuado.
Por eso, el cerebro infantil debe ser tratado y
evaluado de forma diferente al de los adultos, porque un cerebro infantil
con un daño cerebral adquirido aún no ha terminado su evolución y por ello, es
muy complicado en ocasiones determinar la evolución de estos niños, ya que son
muchos factores (no sólo cerebrales) los que entrarán en juego para su
rehabilitación.
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